27 de noviembre de 2009

Días 15 al 17 - Iwama

Muy nervioso porque ya estaba llegando a Iwama, me levanto del asiento, cojo la mochila, y me preparo para bajar del tren.



Nada más que sales de la estación, hay que ir hacia la izquierda, hay una camino paralelo a las vías del tren.



Hay que recorrerlo hasta el primer paso a nivel que hay, unos 300 metros. Antes de llegar al paso a nivel pasaremos por un estacionamiento de bicicletas (esto indica que vamos bien).



Nada más cruzar las vías, volvemos a girar a la izquierda, como si volviéramos de nuevo a la estación pero al otro lado de las vías. Andaremos unos 100 metros, y tomaremos la primera calle a la derecha. Continuamos recto por esa calle sin dejarla para nada, y después de unos 700-800 metros y dos cruces, llegamos por fin.



Enlace con el mapa de google, aquí.








Ibaraki Dojo.




O Sensei.


Yo frente al Ibaraki Dojo.



Casa de los uchidesi, justo enfrente del Ibaraki Dojo.

En la casa había dos uchidesi: Ivo, un chico portugués de 19 años que llevaba dos meses (se fue al día siguiente), y Yohan, un chico inglés de 22 que llevaba también 2 meses e iba a estar 1 año entero.

De camino a la habitación, algunos cuadros con fotografías de O Sensei, Morihiro Saito,... pequeños tesoros.


Escaleras hacia la habitación.

En la habitación, había que tener cuidado con la cabeza, casi no podías estar de pie, y las vigas no estaban a más de metro y medio del suelo.


Habitación donde dormíamos.

La vida como uchidesi, aunque parece poca cosa, la verdad es que es bastante dura. Viendo el planning diario, parece que se trabaja un poquito, se entrenan unas pocas horas al día, y ya está. Yo creo que el problema es, primero, el madrugón, aunque te acuestes temprano, y lo segundo que todos los días son exactamente iguales. Ya sabes lo que hay. Ya sabes lo que toca. Sólo hay que esperar...

A las 5 o 5:15 había que levantarse, para barrer el exterior de la casa, y pasear a los perros. Sólo está permitido beber algo de té o café, nada de desayunos fuertes. A las 6 hacia el tarenkan, a limpiar y ordenarlo. Nosotros realmente íbamos algo más tarde, sobre las 6:15, porque Saito hasta las 7 no venía.

(El dojo se encontaba a las afueras de Iwama, a unos 5 minutos en bicicleta de la casa. Resultaba curioso ver a las 6 de la mañana a dos tíos en bicicleta vestidos con kimono, una cazadora, y muertos de frío y sueño.)

Mientras uno aspiraba todo el tatami, otro limpiaba el polvo, cambiaba el agua de los jarrones, y cuidaba que las flores estuvieran frescas. Si había alguna marchita, había que cambiarla. Había que tener el pequeño jardín libre de malas hierbas y ramas. A las 7 entraba Saito, durante 5 o 10 minutos rezaba en voz alta frente al altar, y luego había 10 o 15 minutos de meditación. Luego, entrenamiento de armas, hasta las 8:15 o así. Al acabar, había que limpiar otra vez todo (volver a aspirar el tatami) y a las 9 hacia la casa para desayunar. El resto de mañana se pasaba limpiando la casa, haciendo la compra y la comida... A las 13 o algo más tarde a comer. Hasta las 18h que había que volver al tarenkan, había tiempo para leer, pasear, dormir... A las 18h volvíamos para limpiar otra vez el tarenkan (aspirador y polvo). A las 18:45 comenzaban a llegar el resto de compañeros (sotodeshi) para el entrenamiento, y a las 19h, entraba Saito. Una hora (o algo más) de intenso entrenamiento.



Los lunes no había entrenamiento, sin embargo había que limpiar el tarenkan a las 7 de la mañana...

Os pongo una foto del dojo donde entrenábamos:





Las reglas de promoción hasta Shihan.

Los jueves y los sábados por la tarde había keiko con los niños (de unos 6-8 años). Yo tuve la oportunidad de entrenar dos veces con ellos. Y de verdad que es toda una experiencia. Se les machaca mucho con Tai no henko y Morote dori kokyu ho. Alguno de ellos no paraba de corregirme la posición de hanmi ( la verdad es que no la hacía bien del todo). Y del kiai ni hablamos. Menudos gritos pegaban. Cada vez que me olvidaba de hacer kiai, me lo recordaba el uke que tuviera. Que majos. El sábado por la tarde, como era el último día que los iba a ver, les llevé unos pasteles para el final del entrenamiento. Se pusieron como locos, y no paraban de darme las gracias en japonés y en inglés jaja

Saito Sensei mostraba la técnica 2 veces (en migi y en hidari). No solía corregir mucho (excepto a mí, con quien estuvo bastante atento y paciente...) se limitaba a observar, y a decir de vez en cuando algún "dame" que otro.

En el último keiko, tras saludar al Maestro, veo que se vuelve hacia mí, y me pregunta que si quiero hacerme una foto. Flipo. Menos mal que me había llevado la cámara, si no, me da algo.


Hitohiro Saito Sensei y David Miranda.


1 comentario:

  1. Muy bueno!! que lastima que te perdiste el dojo de O´Sensei (Ibaraki Shibu Dojo) que esta frente al Aiki Jinja!, saludossss

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