24 de noviembre de 2009

Día 09. Shirakawago y Takayama

Shirakawago es un pueblecito tranquilo en un entorno montañoso, con campos de arroz y un río que lo atraviesa. Aún conserva su aspecto tradicional, con unas 150 granjas de un estilo arquitectónico único denominado Gassho-zukuri. En 1995 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


El puente que cruza el río, casi seco dada la época del año.

Las casas Gassho-zukuri son de unos 18 m. de largo y 10 m. de ancho y una altura de cuatro pisos. Con el fin de soportar el peso de la nieve en el duro invierno, el ángulo del tejado es muy cerrado, adoptando la forma de las manos durante el rezo, acto que se denomina gassho en japonés, de ahí el nombre.


Mis nuevos amigos posando... si es que son más tontooos...


Casitas jugando al churro va.

A parte de las casas tradicionales, el entorno es muy bello, en otoño los árboles inundan todo de color rojo, y el contraste con el marrón de las casas y el verde de la montaña parece que la vista desde el mirador parezca una pintura. La vista desde lo alto del mirador, situado en la falda de la montaña es espectacular (tuve problemas técnicos con la cámara al intentar hacer estas fotos...sorry).




Templo en el mirador. Siempre hay un templo por medio...



Una vez visto todo y esperar al bus más, pongo rumbo a Takayama, una pequeña ciudad ubicada entre montañas, conocidas como los Alpes japoneses, y agriculturalmente pobre. Durante el S. VIII, al no poder contribuir con el arroz necesario para el pago de impuestos, Takayama los cubría con carpinteros, que eran altamente experimentados ya que la región es rica en madera. Y de ahí la gran cantidad de souvenirs tallados que hay en el pueblo.


Exterior del uno de los templos de Takayama.


Templo.


Jardines del interior del recinto del templo.


Calle con nocturnidad y alevosía.

Mi alojamiento aquí es el templo budista Zenko-ji. Realmente es un templo, con monjes y todo, donde han habilitado unos congeladores (perdón, habitaciones) en su parte posterior para la gente aventurera que no tiene miedo de morir congelada.


Templo Zenko-ji.

El interior del templo tiene un jardín con lago, donde abundan los bichos, el cual permite que la humedad que desprende por la noche, te acompañe en cada uno de los huesos del cuerpo. Una experiencia muy agradable. Yo creo que el problema son las "paredes", que en lugar de ser de ladrillo o de barro, como estamos en Japón, pues son de papel de arroz. Y claro, como el papel es el mejor aislante que existe...


Jardín.

Y para más coña, en la habitación (de unos...4 metros cuadrados) una enorme estufa de gas que, aunque calienta rápido, requiere de un total desprecio por tu vida para mantenerla encendida toda la noche (todo el mundo recuerda noticias donde han muerto tropecientas personas por un escape de estufas de gas mientras dormían verdad?). menos mal que las 3 mantas que me aplastaron toda la noche hicieron bien su trabajo, y me mantuvieron en estado de letargo toda la noche.

A la mañana siguiente, tras despertarme a las 5:30, ver los 9 Cº del termómetro, comprobar que las cinco extremidades continúan vivas, y sentirme como un oso cuando despierta de su hibernación, me fuí derecho a la cocina a desayunar. Cual fue mi sorpresa mientras estoy desayunando, al ver una fila de monjes pasando por delante de la cocina derechicos hacia el templo (a rezar, qué si no...). Lástima que estaba ocupado con el croissant, que si no les echo un par de foticos.

Pero esto ya pertenece al día de mañana, o sea que a pinchar en la siguiente entrada...

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